miércoles, 8 de febrero de 2012

Un “restaurante” en medio del vertedero


Personas recolectando basura para su sustento.
Santo Domingo Norte.-Santa se levanta todos los días muy temprano para hacer la comida que se llevará para vender en su ‘restaurante’ improvisado nada más y nada menos que en el vertedero de Duquesa.
Debajo de una vieja sombrilla, la mujer haitiana, de fuerte contextura y de hablar pausado, espera por sus clientes,  los “buzos” hambrientos a quienes no les importa que su comedor esté ubicado en medio de la basura.
El vertedero de Duquesa es una fuente de empleo  informal que alberga  a más de 750 “buzos” que  llegan  a las 5:00  de la mañana para esperar a los camiones recolectores de basura y  buscar entre los desperdicios,  plásticos, hierro y botellas  para venderlos y así  poder  obtener el sustento de sus familias.
La división del trabajo
En medio de la aparente anarquía, en el vertedero las cosas funcionan con cierto orden. Cada quien va en busca de lo suyo y rara vez interfiere en el trabajo del otro.
¨Nosotros todos buscamos lo que nos convenga más,  un grupo busca hierro, otro busca botellas y  cuando vienen los compradores  se lo vendemos al que mejor  pague¨, dijo Pedro, un experimentado “buzo”, padre de cinco hijos.
En este vertedero, al igual que en  el mercado, todo tiene su precio, las botellas las venden a tres por peso, el metal a 10 pesos la libra y a este mismo precio se vende  la libra de plástico.
El 85%  es  haitiano
  José López, de la administración de Duquesa, señaló que un 85% de estos buzos es haitiano.
Un “buzo” trabaja más de 15 horas al día buscando en aproximadamente 3 mil  700 toneladas de basura  que llegan al vertedero en 450 camiones.
Cuando estos camiones llegan al lugar empieza la   lucha por la supervivencia, y como si se tratara de una película de miseria  estas personas se enfrentan cuerpo a cuerpo para obtener las mejores mercancías.
 La semana pasada un amigo de Santa perdió ambas piernas tras ser atropellado por un camión de los que  depositan la basura allí.
 Estos trabajadores informales saben el riesgo que corren al trabajar en estas condiciones, pero aseguran que así es la única forma que tienen para  mantener a su familia.
¨En los días buenos yo hago 1,000 pesos, pero hay otros que sólo me llevo 200¨, afirmó Pedro.
Algunos  comen basura
Santa y otros vendedores de comida en el enorme basurero cuentan con suficientes clientes que consumen sus alimentos en el mismo lugar, pero cuando el día va mal, hay quienes no consiguen ni siquiera para un almuerzo en el vertedero y tienen que conformarse con las sobras que encuentren entre  la basura, aún sabiendo que cada bocado les quita el hambre en el momento, pero los acerca más a la muerte.

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