lunes, 19 de marzo de 2012

María y Sugey, dos ejemplos de mujeres que han roto barreras para echar sus familias hacia adelante


SANTO DOMINGO.-María, una joven de 16 años, se sintió la mujer más feliz del mundo el día en que se enteró que estaba embarazada, pero su alegría se esfumó cuando ese mismo día el hombre que decía amarla la abandonó.
La joven de tez morena no sabía qué iba  hacer. En su mente sólo se preguntaba cómo iba a sacar adelante a esa criatura que latía en sus entrañas, si  ni siquiera había terminado la secundaria y sus padres, como era de esperase, la botaron de la casa.
La joven encontró refugio en el hogar de una amiga. Y desde ese día comenzó a trabajar, lavó ropas, vendió empanadas y limpió casas. Todo para que  a la pequeña Suri no le faltara nada.
Fue muy difícil para María porque en la sociedad dominicana siempre ha sido duramente criticado el hecho de que una mujer sea madre soltera.
“Son muchas las puertas que se me cerraron y los empleos que no me dieron, pero yo además de sacar adelante a mi hija también seguí estudiando”, indicó María.
23 años después
Hoy, 23 años más tarde, esa niña que bruscamente se convirtió en mujer, es una empresaria, tiene un pequeño restaurante y un hogar propio, aunque humilde. Y es que, María como muchas mujeres dominicanas nunca se dio por vencida, no se ha vuelto a casar, pero sacó adelante a su hija,  a quien le faltan dos cuatrimestre para terminar la universidad.
En la República Dominicana hay más de 1 millón 400 mil madres solteras,  entre éstas un gran número de menores de edad, según las estadísticas de la Agencia de los Estados Unidos para el Desarrollo Internacional (USAID).
Sin embargo,  debido a la dificultad  que enfrenta estas madres para sacar su familia adelante,  el 51% de estos hogares se encuentra por debajo de la línea de la pobreza, reveló Rosa Cañete, directora de Oxfam.
No se quedan en casa
La mujer dominicana desde el inicio de la historia ha demostrado que está dispuesta a enfrentar los retos que le impone la sociedad.
Un ejemplo de esto, es que las féminas han roto con la imagen de mujer sumisa que se quedaba en casa haciendo los quehaceres del hogar, y es que,  en la actualidad la mujer representa un 40 por ciento de la población económicamente activa.
Sin embargo, el hecho de que las mujeres se hayan integrado a la actividad económica, no quiere decir que han descuidado su rol como madre y esposa, sino que han aprendido a integrar todas las actividades.
Por lo que no es extraño ver a una mujer de clase media que se levante a las 4: 30 de la mañana para  dejar lista la comida que su familia comerá al mediodía, y que cuando su esposo e hijos despierten ya tengan el desayuno en la mesa y ella  esté lista para ir a trabajar, tal es el caso de Sugey, quien tiene 13 años de cazada y dos hijos de 11 y 12 años.
La joven de 28 años tiene que llegar a la 7 de la mañana al jardín infantil donde trabaja, pero antes de salir de casa deja todo arreglado para que sus hijos asistan a la escuela y su esposo  esté listo para ir a trabajar.
“Al principio fue agotador, pero yo no podía dejar  a mi familia sin comida”, dijo Sugey.
Después de su jornada de trabajo, que implica atender a 30 niños de dos años de edad, llega a su casa alrededor de las tres de la tarde, pero no precisamente a descansar, sino que ella es propietaria de un salón de belleza y siempre y cuando tenga cliente, tiene que trabajar.
Además la joven debe de lavar, limpiar la casa y planchar. También saber gramática, historia, matemática y hasta conocer una que otra fórmula química, porque a las cuatro de la tarde hay que hacer la tarea con los niños.
Así es la vida de Sugey, quien al igual que María, quedó embarazada cuando era muy joven, pero en esta ocasión el padre se hizo responsable.
Estas dos mujeres son un ejemplo de lo que a diario hacen muchas de las más de cuatro millones 670 mujeres que según el censo del 2011 hay en República Dominicana, una gran de las cuales son jefas de familias, amas de casa, tutora, empleadas, estudiantes, profesoras, enfermeras, en fin la columna vertebral de la familia y por tanto de la sociedad, no en vano son la mitad de la población y madre de la otra mitad.

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